celo
Quemarlo todo, incendiar la casa y prenderla en llamas tan grandes y obscenas que imprecaran a los justos. Y también a Violeta, lectora de Salmos, escurridiza bestia que evade su cama. Aún así, la rabia no lo deja actuar. Prefiere tomar papel y lápiz. Escribe una carta. No lo hacía desde mil novecientos ochenta y nueve. Encuentra un paquete de sobres viejos. Introduce la hoja firmada dentro de uno y luego lo cierra en absoluto silencio.
(El deseo en llamas reducido a letras dibujadas en una hoja de papel usando el lápiz empuñado en la mano que tiembla de deseo contenido en un sobre depositado en el buzón colocado en una oficina postal con olor a húmedos los ojos mientras regresa a casa).
Abre la puerta. Toma una silla, la pone frente a la ventana y se sienta a esperar. Se aburre. Se esconde bajo la cama. Todo es sombras en la casa a excepción del hilo brillante de luz que se cuela por la ventana. Dentro, a pasos tardos, el haz deforma con su calor la fotografía de Violeta, esa escurridiza bestia, que allí lo abraza. Sale hacia el patio; pero estornuda. Entra a la casa. Sobre el comedor, sobre el piso, sobre la sala, sobre la televisión, sobre los sobres, invadiendo el espacio, filas de hormigas marchan amenazantes. Entra en pánico, se aterra. Y toma un fósforo (sólo el fuego purifica).
Comentarios
Muy buen relato, y la conclusión sólo el fuego purifica....
Saludos
Me ha gustado, sí señor, porque me ha resultado directo, has sabido llevar la narración sin perderte en detalles más que los justos para que conozcamos más allá de lo que transcurre, para que conozcamos lo que pasa por la mente del protagonista. Es una historia escrita entre líneas, lo que leemos no es la historia principal sino las consecuencias de lo que verdaderamente está ocurriendo: un hombre que padece de males de amores y como único remedio a tanta desesperación "el fuego".
Cometí un error. Con el apellido de un genio como Gabriel García Márquez, no puede haber errores.(se me escapó la s en el Márquez)
Ana: tus poemas son geniales. A mí, como no se me da la intensidad del verso, trato de encausar la emoción en la narrativa, que usualmente es más cerebral. Y los celos son intensos. Yo debo confesar a toda honra que no lo soy, en la relación de pareja. Pero, comprendo el sentir de quien sí lo es. Como dice la tonadilla, los celos tienen la culpa de tanta cosa cobarde...
Cecilia: no te preocupes, lo de teclear permite descuidos. Ahora lo de la analogía, me parece demasiado pesado, y lo digo con la mayor de las modestias. Pero te lo agradezco.
A todos y todas: los veo en sus blogs.
Un saludo.
un saludo anamorgana
anamorgana: además de escribir cartas, me gustaba recibirlas. No sé si quemar el pasado sea posible. Es el pasado el que nos quema a nosotros.
Saludos,
RF