aguacero
Ayer llovió. Caminaba fuera de la oficina cuando cayeron las primeras gotas. Luego fue una llovizna que terminó por convertirse en aguacero. Olía a tierra mojada. Tuve que ir a una reunión y no pude ver a la gente meterse a los almacenes para no empaparse. Tampoco pude ver a los motociclistas esconderse bajo los puentes, fumar desde un balcón, ni caminar bajo el aguacero, porque estaba con la corbata puesta, añadiendo azúcar falsa a mi café. Y claro, también estaba pensando en ella.
Y cuando finalmente la vi por la noche, toda la ciudad seguía estando fresca. Con un tráfico de los demonios, pero absolutamente renovada. Todas las calles se limpian cuando llueve. Los árboles empiezan a recobrar su color. Hace años viví en un edificio de apartamentos rodeado de un bosque. Nunca logré contar cuántas tonalidades de verde podías ver en el invierno en las hojas, ni las infinitas formas de las ramas. El silencio de las tardes y el ruido de los pájaros por las mañanas. Son ruidosos los pájaros. Debes vivir una vida sana para poder convivir con la naturaleza.
Es decir, tener el corazón listo. Como para tomar su mano y saber que es lo correcto, el lugar y tiempo justo donde quieres estar. Que le da sentido al primer día de lluvia, el habernos visto de nuevo. Es decir, haberme encontrado otra vez, con esa espectacular forma de ver el mundo, mientras un rebelde mechón de pelo le cae por la frente ocultando la maravillosa forma de sus cejas. Claro, con eso. Con su olor y con el sabor de su boca. Un dejo de ron, de limón y azúcar. Tropical y cálida como el día en que la besé por primera vez.
No quería desprenderme de ella. Su espalda cabe perfectamente entre mis brazos. Pero vamos, tenía que irse y yo quedarme como un huérfano en una calle oscura, pisando el pasto mojado. Avanzando luego en el auto por encima de los charcos.
Llegué a casa y me encontré con unos policías fumando mientras charlaban de sus compañeros abatidos a balas por unos narcotraficantes. Fuera de la puerta de casa, los restos del árbol recién talado me recordaban que al amanecer, el sol violaría sin pudor mi ventana. Me refiero a que me topé con el cúmulo de cosas sobre las que debería tratar este post. Pero cuesta trabajo sentirse desgraciado, mientras no te puedes borrar la sonrisa y el sabor de una boca que a penas empiezas a conocer.
Y cuando finalmente la vi por la noche, toda la ciudad seguía estando fresca. Con un tráfico de los demonios, pero absolutamente renovada. Todas las calles se limpian cuando llueve. Los árboles empiezan a recobrar su color. Hace años viví en un edificio de apartamentos rodeado de un bosque. Nunca logré contar cuántas tonalidades de verde podías ver en el invierno en las hojas, ni las infinitas formas de las ramas. El silencio de las tardes y el ruido de los pájaros por las mañanas. Son ruidosos los pájaros. Debes vivir una vida sana para poder convivir con la naturaleza.
Es decir, tener el corazón listo. Como para tomar su mano y saber que es lo correcto, el lugar y tiempo justo donde quieres estar. Que le da sentido al primer día de lluvia, el habernos visto de nuevo. Es decir, haberme encontrado otra vez, con esa espectacular forma de ver el mundo, mientras un rebelde mechón de pelo le cae por la frente ocultando la maravillosa forma de sus cejas. Claro, con eso. Con su olor y con el sabor de su boca. Un dejo de ron, de limón y azúcar. Tropical y cálida como el día en que la besé por primera vez.
No quería desprenderme de ella. Su espalda cabe perfectamente entre mis brazos. Pero vamos, tenía que irse y yo quedarme como un huérfano en una calle oscura, pisando el pasto mojado. Avanzando luego en el auto por encima de los charcos.
Llegué a casa y me encontré con unos policías fumando mientras charlaban de sus compañeros abatidos a balas por unos narcotraficantes. Fuera de la puerta de casa, los restos del árbol recién talado me recordaban que al amanecer, el sol violaría sin pudor mi ventana. Me refiero a que me topé con el cúmulo de cosas sobre las que debería tratar este post. Pero cuesta trabajo sentirse desgraciado, mientras no te puedes borrar la sonrisa y el sabor de una boca que a penas empiezas a conocer.
Comentarios
Tengo la bendición que en mi oficina tengo una hermosa vista hacia un jardín y siento ese olor espectacular
Pero esa lluvia que me dejo humeda al medio dia... ha humedecido tambien un poco mis noches.
Saludos!
Extrañamente pide tu respuesta en un ave mensajera.
Es como si nos lavara por dentro, ¿no?
Muà.
Sígase Mojando mi buen amigo, eso sí, tráigame un souvenir chilerón de las nubes, ¿vale?.
Abrazote
Adoro la lluvia. Es sedante.
Cariños!
un abrazo,
lindas tus historias que todos compartimos!!
Yo estaba distraido con una cerveza en la mano, pensando en una mujer que realmente no me deja descanzar, cuando pense que estaba llorando, era una gota del cielo, alguien mas lloraba por mi...
Salú pue.
aunque a mi el invierno y la lluvia no me gustan me da como melancolia.. jejjejeej
Los beneficios de un abril lluvioso, los árboles que no dejan fumar y los edificios grandes. Las caminatas bajo la lluvia son aconsejables consecutivamente. Abril.
Ya envié el ave mensajera María Andreé, pero no sé si llegue. Desconfío de los gatos.
Si lava, la lluvia, lava, Esperame en Siberia.
Me siento agasajado cuando tantas flores veo para mí, querida Nancy, un abrazote.
Mejor clima no hay Prosódica, te lo aseguro con souvenir en mano.
Claro que vibra, late, Sátira.
Quillén, qué te digo fuera de este suspiro que sale natural!
suresnortes, claro, que son lindos los besos de estreno, perfectos, torpes, dulces, nerviosos.
Es todo para todos, la lluvia, tristeza o alegría, vaya pues estimado David.
No se le nota mucho la melancolía estimada Paola, eso me alegra. Saludos.
MÓJENSE TODOS, CUÍDENSE DE LAS ENFERMEDADES, QUE ESTÉN BIEN.
Gracias, Prado, amigo.