la próxima vez que llames, es probable que no esté en casa
En mil novecientos ochenta y uno, tenía dos años. Mis padres se separaron y luego del divorcio, mi padre nunca más se apareció en mi vida. Supongo que habrá ido a pensar las cosas por ahí. El otro día, para mi sorpresa un hermano suyo me llamó diciéndome que mi padre estaba Guatemala, y que quería verme. Me dio un número de teléfono para que le llamara. ¡Que yo lo llamara después de veintiséis años! Sin embargo lo llamé. Un frío timbre de voz femenino, con acento argentino, usado de manera estándar en las grabadoras de los teléfonos móviles, me contestó. Me pidió que le dejara un mensaje, a mi padre. Respiré profundo y le dije que quería conocerle y que me gustaría que conociera a mi hijo y a mi esposa. Luego colgué. No recibí ninguna llamada de vuelta. Aquello me pareció una alegoría de la relación con mi padre, como hablar con una piedra en el agua, seca por dentro. Es sólo que ya no me afecta. Tengo un hijo que no sabe leer y a penas aprende a hablar, pero le gusta que le lea poesía y novelas de Álvaro Mutis. Y esa es la única idea de padre que quiero tener, más allá de las ausencias y las llamadas no devueltas.
imágen: elizabeth perry
Comentarios
Cada vez me doy más cuenta de lo complejo que es vivir.
ANAMORGANA
yo también brindo, quillén. Y pienso igual tambíén, uno no puede vivir vidas ajenas. Pero si puede gozar la propia.
bueno, era una oportunidad triple: un hijo, una nuera y un nieto. sin rencores, no puedo tenerlos, porque mi vida es absolutamente tal como quiero que sea. Maravillosa.
Un saludo a la familia y al posible nuevo integrante.
básicamente la experiencia se traduce en nervios, mi estimado ruy. Pero una vez verbalizada y llevada al plano de lo estético, no hay más tensión.
claro que las puertas están abiertas, chapolita, gracias por la visita (salió en verso, sin tanto esfuerzo?)
saludos ^^
saty
Nahh con el paso del tiempo a la droga la inmadurez, no hay nada como siempre estar en contacto con esos angelitos.
SAludos.