Lección segunda (pero no menos importante)
Alguna vez lo tuve todo y lo perdí en los naufragios. Alguna vez desperté teniendo una familia y me sentí el hombre más feliz y orgulloso que jamás haya pisado esta lona. Alguna vez levanté las manos en señal de victoria y todavía recuerdo cómo me alzaron en hombros para que viera a la multitud eufórica que me vitoreaba como si hubiese encontrado la cura del cáncer. Y si algo aprendí, es que por cada golpe que das, también recibirás otro y que el secreto de todo esto, es aprender a recibir los palos de la mejor manera, antes que acaben con tu sonrisa y te enceguezcan a puño limpio. Hoy siete casas más tarde, duermo sólo con dos azaleas en el balcón. Extraño mucho a mi hijo y sin embargo sé que está ahí, y que ese hermoso niño sabe que su padre lo ama con la suma de todas sus derrotas; pero también de sus victorias. Eso es más de lo que había imaginado. Más de lo que mi corazón creía capaz de sentir. Mucho más que todo lo que perdí.
Jamás me he dado por vencido; porque hasta en la derrota he encontrado la forma de sacar provecho.
Esta, madre, es la manera que me enseñaste a recibir los golpes.
*Imagen de Clyde Keller.
*Imagen de Clyde Keller.
Comentarios
Hermosas lineas, gracias por escribir esta version desde este lado de los perdedores empedernidos.
Un abrazo! que escribas siempre, grande Prado!
Beso!
http://www.bukowski.byethost13.com/amor.html
Sí, amor y coraje.
Los quiero,
J.
L
Solo así se aprende a hacerse el quite de los golpes o en todo caso a encajar los que nos tocan, con gallardía y la cabeza alta.