Embudo.
Es una frase tan trillada que me da pena y asco decirla. Pero demonios, estoy atorado de trabajo. Cientos de papeles flotando sobre mi escritorio y decenas de casos nuevos que llegan a mi mesa. Ahora hago una pausa para pensar. Tengo que calmarme. En estos momentos varias cosas se me vienen a la mente, a saber: el rostro de dos personas que he visto hablar hasta la saciedad sobre lo que debería hacerse en esta área. Un aro luminoso incluso se enciende sobre sus cabezas cuando en un acto de santidad abrazan a las víctimas. Sin embargo, cada vez que hay una situación qué resolver, apagan el teléfono. Mis queridos hermanitos en la miseria. Siguiente cuestión: hoy leí que varias ovejas en Turquía se suicidaron. Una se tiró al despeñadero y las otras la siguieron. También leí que en Alemania, quieren separar a una pareja gay de buitres, obligándolos a ponerse al día con las hembras de su especie. Conclusión: el mundo es un caudal corriendo hasta el desamparo y dos enormes olas se formaron en Alemania y Turquía. Yo espero la espuma o el agua qué mas da. Mientras pienso esto, igual los papeles siguen acumulándose sobre mi escritorio. Los buitres intentarán volverse heterosexuales y las ovejas turcas seguirán deprimidas. Saldré a almorzar. De vuelta, iré a hacer mil gestiones, mientras mi teléfono suena con llamadas para darme más obligaciones. Pero no me quejo: al menos tengo dos opciones. La primera es sentirme infinitamente diminuto, apachurrado como un insecto ante las circunstancias. La otra es afrontarlo como se debe: mandando a la mierda las circunstancias, sosteniendo el mar entre las dos manos. Sé bien qué debo hacer: en las situaciones de crisis, sólo los cínicos sobreviven. Abran paso, no sea que salgan lastimados.
Comentarios
Te aplaudo!
Beso!
abrazo que te abarque.