Si el domingo te encuentra pensando en flores naciendo de tu pecho
Odiaba las canciones que sonaban en la radio. Patéticas, eso eran. A penas me podía concentrar. Ideas violentas. Días duros. Soy un tipo rudo y en cinco minutos tiraré una puerta. No debo escuchar la música. Pilotos. Los choferes oyen esas cosas. Piensan en sus mujeres. Son tipos románticos e incomprendidos. ¿No puede cambiar la radio? pregunto. Y dice que no.
Rodrigo va adelante, con el piloto. Le pregunto: ¿alguna vez has ido a Izabal? Él me mira. Se ríe. Contesta: sí, una vez. Un amigo tiene una casa en Río Dulce. Me quedé a dormir en la hamaca. Nunca había visto tantas estrellas por la noche. Eran miles. Estaba oscuro. Me pasó algo increíble: a media noche, tres caballos salieron de la nada; pasaron corriendo a mi lado, a la orilla del río. Dos grandes y uno pequeño. Como una familia. Rarísimo.
Volvimos al silencio. Amo los caballos. Lo he dicho muchas veces. Me gustaría que el petróleo se agotara. Volver a los barcos de vela y los carruajes. Las calles devolvérselas a los equinos. Sin canciones cursis. Sin pilotos que extrañan a sus mujeres, mientras hablan de fútbol.
A veces siento como si la noche no terminara. Y que debería de huir en medio de la nada.
Comentarios
Abrazos bróder!
Trudy
cuando se acabe el petroleo, empezaré a usar el carruaje que no tengo... pero cuidado, tarde o temprano los choferes brotarán de nuevo, extrañando a sus mujeres y jugando a ser dt de futbol.
saludos.
Un abrazo maestro Prado.