Viento
María Eugenia abre la puerta del horno y saca de adentro, un sándwich de pollo que dispone sobre un plato blanco, al que agrega un puño de papalinas. Me lo sirve.
Yo sorbo de la taza, el cortado largo de siempre. Sabe a caramelo; pero te pega como puño de boxeador. Despierto. Bach suena en unas bocinas salpicadas de pintura blanca.
Antes de comer, veo hacia fuera, como si esperase que alguien entrara. Una ventisca haciendo pendular las lámparas es lo único que viene. Bailan las luces siguiendo al viento y la música.
Leo a Bukowski: “Beber es tu respuesta para todo” le dice Sarah, su novia. Hank refuta: “Beber es mi respuesta para la nada”.
Me detengo un breve instante.
Las letras del libro empiezan a ser borrosas. Miro hacia fuera. La danza de los violines y el viento continúa para las lámparas. El sol ilumina un auto rojo, mientras transita la calle. Dos tipos hablan sobre cómo mejorar la economía de El Salvador mientras muerden churros remojados en café.
Ahora mismo me siento un tipo afortunado. Podría ser un condenado que ignora todo sobre su infamia. Podría ser mi padre, huyendo de mí. Sin embargo, soy yo.
Sólo podría ser mejor, si me convirtiese en viento. Para hacer bailar las lámparas y viajar hasta la cama donde duerme mi mujer. Escabullirme entre sus sábanas. Llenarle los pulmones. Tener la suerte de ser sus palabras.
Ella escribe. Yo tartamudeo palabras sobre hojas en blanco.
Esta es mi respuesta para la nada.
Comentarios
Quizás también yo quiera ser aire.
Un abrazo.
Que rabia solo leer dos minutos y ya. Urge una novela!!!!!!!!1
Yo voy por la página 197, estimadísimo Allan. Coincidencia grata. Grande Bukowski, grande Martínez.
Gracias por lo de la foto, la tomé con mi celular.
Vania: la adoro, besos de limón, naranja y pseudoefedrina o el sustituto recomendado por el ministerio de salud.
E.
Saludos mano. =)
Esa es mi respuesta a tu entrada...Apapachos