Oficios
A las siete cincuenta y tres a.m. camino sobre la calle que conecta mi parqueo con la oficina. El sol me explota en la cara. Es la luz del optimismo, así que me pongo las gafas oscuras. Al terminar la primera cuadra, el restaurante italiano con su olor a salsa, queso y omeletes, me recuerda siempre que tengo hambre y poco tiempo. Diez metros después y seis minutos antes de que den las ocho en punto, debería encender un cigarro, pero no lo hago. En cambio, veo cómo los tipos que duermen en la calle se levantan con los ojos vidriosos. Uno de ellos cuida de un diminuto gato como si fuera un hijo, otro trae café para todos y alguno más empieza a empujar los carritos de las ventas callejeras para ganarse un par de quetzales. Y mientras empuja, otro vago, vestido un tanto más limpio y con señales de haberse pasado agua sobre el pelo largo y grasoso, le grita "hay va el burro ve" mientras imita las orejas del animal con ambas manos puestas sobre su cabeza y se agacha caminando. El que anda con la carga, sólo atina a devolverle una mirada triste, igual y no tiene otra. Sigue empujando. Los otros toman café y aquél sigue cuidando al gato. El comediante camina frente a mí. Llego tarde a la oficina y tampoco enciendo el cigarro. Prendo el ordenador y claro, hago lo que tengo que hacer todos los días: imaginar que trabajo en un sitio de puta madre.
Comentarios
No concuerdo. Creo que a lo que aludes es una frustración perenne. El optimismo consiste en adoptar una posición que contenga esperanza, ilusiones y euforia en lo que realices, claro teniendo en cuenta que según tu opinión lo que realizas es agobiante. El optimismo por lo tanto tiende a ser muy subjetivo. Saludos.
Apapachos
Esa mirada del que llevaba la carga...esos ojos...me pareció tenerlos cerquita tras leerte.
Besazo.
saludos.
Iocus: Me parece lo de desertar, pero las actividades propias de un trabajo extraño y por demás absorbente lo impiden momentáneamente. Pero como en toda tormenta, ya vienen tiempos de calma o al menos eso me repito para lograrla yo. Ahora. Besos agradecidos por preocuparte.
Vari_ddo, es una forma de sobrevivir, me parece. Es decir, te preparas para afrontar mejor las cosas. Claro, puede ser una actitud optimista.
Nancy, en eso de los oficios hay de todo y uno puede encontrar su vocación siempre. Yo quisiera ser cantante de gingles. Si, esas cancioncitas publicitarias que la gente tararea mientras lava los trastos. Un abrazote.
Anónimo, apláudole su sentido del humor. No entiendo por qué uno debe limitarse en el uso del idioma, creo que todo está permitido siempre y cuando la palabra esté bien escrita. Por ejemplo, ahora que usted amablemente me aconseja consuma Tortrix, yo le aconsejo que no se limite y diga Puta, en vez de uta. Nadie lo va a reprender. O la va a reprender. Saludos.
Y para la presente, monsieur Alphonse, ya ve que si no de qué iría este blog? salve master.
tengo un cáctus que está así de enorme (gesticulo) Lu, muchas gracias, me gustan mucho. Ayudan en algo emocionalmente los cáctus además de la alegría de verle crecer las espinas? interesante...
La enternecedora imagen de un compadre bolito. Esa es una frase que puede titular cualquier obra literaria, Estrada. Salúdole.
Gracias Lena, eso es lo que intento. Besos para ti también, hasta el otro lado del charco o donde quiera que estés ahora.
Igual a mí, Ciega que toma fotos, me gustan tus fotos y mis fotos. Que felicidad!!!
Sr. Lemus, creo que algunas canciones reggeatoneras afirman su teoría acerca de la gente que fornica con gatos. Al menos los puertorriqueños parece que sí lo hacen y dominicanos. Dale gata, dale más, súbele gata, calienta los motores, son frases que les he oído decir. En la variedad está el gusto. Ha de ser horrible un gato que se parezca a mí. Yo si paso. Honores poeta!
besosdulces*
en realidad tienes razón. pretendía ser... un poco sarcástic... y si. optimismo: esperanza y añadiría resolución a hacer las cosas... no se puede ser realmente optimista sin intentarlo... ¿no prado?
=)
Un beso
Mierda de mañanas reflexivas...
Beso!