hotel
Tus medias rotas. No podía dejar de verlas y apreciar en ellas las formas de tus muslos ajustados y lo despreocupada que eras para vestirte. Tus zapatos de tacón, la manera de fumarte un cigarro, tus ojos negros, cuidadosamente delineados, todas prioridades para mí. De vez en cuando también le ponía atención al camino, cuando me aseguraba que la policía no me sorprendiera manejando y bebiéndome una cerveza. Íbamos rumbo al pueblo que tú habías visto en la postal que compramos frente a la clínica, donde te hiciste el examen del Sida. Te pareció bonito el lugar, y de inmediato me abrazaste y me dijiste que querías ir allí. Te abrí la puerta del coche y nos fugamos de aquél sitio. Con tus ojos llenos de felicidad viendo la carretera y tu voz desenfadada cantando todas las melodías tontas que sonaban en la radio. Y sólo nos detuvimos cuando estaba la noche bien puesta, en el único hotel de paso que encontramos. Tú te divertías viendo al hombre que nos dio la habitación y todo te parecía nuevo y encantador, incluso su peluquín mal puesto. Una vez apropiados del cuarto, hicimos el amor, como si tuviéramos dieciséis años y aquella fuera la cama de tus padres. Pero aquella, era una cama anónima, y con esas mismas sábanas se habían cubierto quién sabe cuantos viajeros de presupuesto corto. Ahora eran nuestras, y las marcamos con nuestros fluidos desenfundados. Luego de la sesión maratónica de orgasmos, quedé profundamente dormido, mientras tú te abrazabas a mi pecho desnudo. Desperté hasta el otro día, con ganas de seguir manejando otros setecientos kilómetros. Pero me topé con lo que mi madre llamaría un desastre y el código penal, un hurto agravado: mi billetera vacía, tus medias rotas en la cama y la habitación entera sin ti, ni un aviso de tu huida. Y me puse las botas y el pantalón. Pero no la camisa, porque me eché a llorar como un niño. Hasta que el ruido de la puerta abriéndose me advirtió que era un estúpido y apareciste tú con el desayuno. Y los emparedados de tocino los comimos en la cama y luego nos dimos un baño en la piscina. Estábamos desnudos, para el asombro de todos, incluso el hombre del peluquín. Luego supe que se llamaba Jorge, cuando pagamos la cuenta y llamó a la policía. Pero nada nos quitó la felicidad, Yessenia. Y seguimos viajando.
imagen: David. W. Dunlap
Comentarios
No he escrito porque no he tenido el tiempo de detenerme, quizas es hora de hacerlo :)
Saludos
saty
Qué suerte que terminó bien. Me encantan las historias de "carretera", todo puede suceder...
Besos
Que si no era eso. 13lack. Besos.
anamorgana
Never use old slang. Such words as stunt, cut out, got his goat, come across, sit up and take notice, put one over, have no use after their use has become common. Slang to be enjoyable must be fresh. Eliminate every superfluous word as Funeral services will be at 2 o'clock Tuesday, not The funeral services will be held at the hour of 2 o'clock Tuesday. Avoid the use of adjectives, especially such extravagant ones as splendid, gorgeous, grand, magnificent, etc.
Don't say, He had his leg cut off in an accident. He wouldn't have had it done for anything.
He was eager to go, not anxious to go. You are anxious about a friend who is ill. He died of heart disease, not heart failure -- everybody dies of heart failure.''
maleja.
https://ventanillaspintadas.blogspot.com/
donde las sabanas queda el relieve de los cuerpos en mil movimientos.....
un cuadro bohemio perfecto!
saludos!