Una Polaroid de la Agonía / La obra de Álvaro Sánchez
El primer acercamiento que tuve con la obra de
Sánchez fue al lado de un retrete. Una breve inscripción a lápiz, escrita sobre
una pared con inmensos graffitis llamó mi atención. Era el link de una de las
páginas que contiene su obra.
El nombre me enganchó : SanchezisDead. Intenté recordarlo mientras meaba o más bien,
hacía el intento de mear utilizando las pocas facultades motrices que sobrevivieron
a mi borrachera. Presupuse que encontraría un personaje insolente. Claro, ¿quién
querría anunciarse en un retrete, sino un irreverente?
La mañana siguiente, busqué su página en la red.
El contenido me sorprendió: si bien, mis expectativas de atrevimiento fueron
confirmadas y satisfechas, también encontré un artista cuyas reflexiones
ameritaban ser valoradas más allá de la simple provocación.
Hay en la obra de Sánchez, una congruencia en lo
dispar. A primera vista, existen dos vertientes en su obra confluyendo con una
fluidez natural. La primera de ellas, deviene de un arte abstracto no
geométrico, con símbolos recurrentes como en Antoni Tàpies. La segunda, obedece
a una postura mucho más lúdica ante el arte visual. Y el lugar común de estas
dos, es el color.
El color de lo
podrido.
Vista como un conjunto, la producción de Sánchez
guarda una armonía en los colores. El mensaje permanece a la vista: lo que el
artista ha querido plasmar es el proceso perezoso de la podredumbre. En vez de
caer en el juego más fácil de lo tétrico, utilizando imágenes en alto contraste
o colores oscuros, los sustituye con colores terrosos. El rojo, bastante
recurrente, es representado por su versión más hemorrágica.
A pesar de ello, no hay una impresión violenta,
sino más bien pacífica. Nada hay más estático que un charco de sangre esparcido
al lado de un cadáver. Los colores del artista, tienden a lo orgánico. Puede
interpretarse contextualmente la utilización de esta paleta como la evidencia
de la naturalidad que encierra la muerte.
Todos moriremos eventualmente, eso es innegable.
Sin embargo, en su obra no se revela un
espectáculo macabro sino más bien una invocación a la inversa: se exhibe la
muerte para que quién la observe, note el oculto sentimiento de estar vivo.
Esta proyección de polos opuestos es la que da
validez a la obra. Es poner sobre la mesa, de una manera más ambiciosa, la
discusión del papel de la humanidad sobre la tierra. Existen varias manifestaciones
que dan fe de lo dicho: el dolor está expuesto en su obra con texturas que
parecen ataques directos contra la imagen, bastante rabiosos, dispuestos con
colores que se disuelven en superficies ocres. La tierra envolviéndolo todo,
como si mirando una pieza del artista, estuviésemos parados sobre la tumba de
nuestra abuela.
La soledad y sus nombres.
Finalmente y gracias a mi editorial (Catafixia), conocí
a Sánchez. Elaboró una portada para ellos: un cráneo mostrado en una
radiografía junto a una espina dorsal, cuyos discos fueron reemplazados por
municiones. En nuestras primeras charlas, se hizo evidente que sus inquietudes
creativas trascienden a otros campos más allá de lo visual. Sánchez es un excelente
narrador, de esos que tienen la capacidad de reproducir a la perfección una
historia y disfrazarlo de una charla.
Así lo hace con su obra visual: cada pieza es al
final un cuento redondo. La admiración del artista por la palabra, es patente
en la nominación que hace de sus cuadros. Parece tener consigo, la facultad de
nombrar de mil maneras la soledad, como lo hizo en la serie que llamó “The unconscious
act of hiding our own self deformations”
Los personajes que retrata Sánchez, están inmersos
en aislamiento. La mayoría de ellos, ocupan la parte central del cuadro y a su
alrededor, los colores y las texturas no hacen más que dar un contexto de lo
que piensa y lo que dice. Aunque a veces, el contexto sea la nada.
Algunas piezas en las que el artista
major utiliza esta técnica son: “Example of a portrait of an unknow person
forgotten after death”, “The Little death with the Little red circle in it’s
head”, y “Terror as part of your daily living”.
Hay una pregunta en cada pieza del artista. Una que debe responderse
en silencio, aceptando la invitación que la obra hace a visitar sus terrenos
oscuros. Viendo el horror de frente, ¿hallo en él algo de mí? ¿soy capaz de encontrar en su terrible
oscuridad una luz que brille?
Supongo que son preguntas incómodas. La idea de la propia muerte o
la de los cercanos, parece permanecer entre los temas intocables a perpetuidad.
Desenmarañar este nudo de ortodoxia es también una tarea del arte, como la
única respuesta ante la aprehensión sobre las cosas y la vida, sobre su
finitud.
Álvaro Sánchez, es al final un humanista. Expone las miserias sin
pena. No muestra vergüenza sobre el fracaso, porque al final fallar es lo que
nos hace humanos. Lo bello, es lo que nos hará trascender la miseria.
Llegando a un sitio mucho más cómodo que este, lleno de monos suicidas, de
familias rotas, sábados perdidos en los bares, meando en sus retretes. Y al
parecer, Álvaro Sánchez sabe cómo llegar ahí.
Pueden conocer la obra de Sánchez, acá: http://www.redbubble.com/people/sanchezisdead
Pueden conocer la obra de Sánchez, acá: http://www.redbubble.com/people/sanchezisdead
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