Mi cuerpo y el poder.

La batalla fundamental contra el poder comienza con mi cuerpo: saber si estoy o no dispuesto a buscarle libertad a este instrumento del sistema. Declarar que mi cuerpo como territorio no acepta más límite que sus bordes y su tiempo; no se aprisiona en la moral o en la propiedad, solo acepta como designios lo que la pasión o sus causas le provoquen. Es un río incontenible buscando el océano, un artefacto que contiene su tiempo y en su memoria las huellas del mundo que conoce.

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