Metallica, Guatemala. Crónica.
Viernes 5 de Marzo del 2010.
16.00
Debí salir del trabajo. La entrada al concierto me la entregaron por la mañana, en un accidentado desayuno. Junto a Lepe ordenamos sendos menús de huevos rancheros. Recibí una llamada de la oficina. Tuve que dejar enfriándose los huevos. Pésimo presagio.
16.30
Aún no podía escapar de la oficina. El concierto comenzaba a las seis de la tarde. La cosa pintaba mal. La contadora de la oficina debía pagarme casi cien dólares de viáticos. Así que no había otra que esperar. Eso: pensar en el dinero. Metallica. Dinero. Bah!
17:15
Salí de la oficina. En un acto descaradamente travesti, me cambié de ropa y dejé la corbata en el asiento trasero del auto y con ella mi imagen de fiscal. Me encontré con Luis y Gabriel. Tres taxis no pararon al vernos. Decente, es un término ambiguo. Finalmente un buen ciudadano se detuvo. Nos llevó al Estadio.
18.05
Entramos al Mateo Flores. Extinción, el grupo guatemalteco que abrió el concierto, tocaba. La gramilla todavía estaba a medio llenar. Esa era mi localidad, por la que pagué casi 100 dólares. Lo mismo que la Fiscalía me debía.
18.20
Dejé de ver el reloj. Es más, lo guardé en una bolsa del pantalón. Supuse que todavía tenía el suficiente entusiasmo para unirme al moshpit. Los teloneros terminaron, la luz se fue, entró Mastodon. De súbito, una náusea me sobrevino. Sin reloj a la vista, describiré los eventos en forma progresiva, sin referencia horaria.
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Mastodon realmente me preocupaba. No sabría decir si su presentación se trató de una misma canción que duró una hora o varias interpretaciones hiladas por el caos. Destacaré al tecladista que era el único que tocaba bien. Sin embargo no se oía. Así que supuse que tocaba bien. Parecía un organillero satanizado. Es más, a él le parecía que sus compañeros no tocaban a su altura así que tomó una guitarra y tocó la guitarra. Junto a un tipo que no sabría diferenciar entre elfo o mujer guapa.
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Los educados muchachos de la General saltaron las vallas que los dividían de gramilla. Es decir, de pagar 150 quetzales ($17.96) ahora recibían los privilegios de quienes pagamos 600 ($71.85). En cambio, quienes pagamos por gramilla, ahora recibíamos una bandada de Ewoks borrachos que alzaban sus manos en señal de victoria. Ni hablar de los que no pagaron nada y entraron a al fuerza. Aquí los demás regalos que recibí:
- Escupidas. Un tipo chiflaba detrás de mí y mientras lo hacía, una brisa me envolvía la espalda y el cuello.
- Una teta masculina fue restregada contra mi rostro. El tipo pasó borracho, empujando, sin camisa. Lo demás se explica sólo.
- Un borracho de dos metros, parado frente a mí, me ilustró del inicio de sus arcadas. Así durante media hora donde me debatía entre recibir sus trescientas libras o sus vómitos.
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Como preámbulo a Metallica, se mostró un vídeo con extractos de El Bueno, el Malo y el Feo, junto a la impecable musicalización de Morricone. Invocar a Clint Eastwood sólo puede darme gracia y gusto.
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Metallica inició a tocar. Las bocinas retumbaban y hacían temblar cada órgano suelto de mi cuerpo. Y entonces el sonido se cayó. El grupo siguió tocando y sólo se les veía moverse como marionetitas del diablo sin que se escuchara nada. Focmi.
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Tardaron quince minutos aproximadamente (recuerdo, no tenía reloj) cuando el sonido volvió. Sin embargo, que se haya asesinado el inicio de un concierto de Thrash Metal de esa manera, sólo podía ser comparado a una llamada de la abuela más aburrida durante el coito. Para contarnos que le han salido ronchas en las axilas.
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Transcurrió el concierto. Alguna que otra canción la salté. Luego, como la mayoría, veía inmóvil a los músicos. Hetfield hizo lo suyo, vaya, rescató el recital.
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Cuando sonaba One, el tipo que estaba a mi lado comenzó a chillar. No; no se trataba de lágrimas corriendo lento. Eran chillidos de cerdo sacrificado para los tamales. Gritaba: !Mátenme¡ Por favor, !Mátenme¡ ya me puedo morir tranquilo... voz desgarradora. Hubiese cumplido su deseo de no ser porque se prohibió el ingreso de armas al recinto.
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Finalizó el concierto. Las luces se encendieron. Las piernas las tenía entumecidas. Estaba ronco, como después de cualquier concierto de rock, pero esta vez no era por gritar. Era por el gas que la Policía esparció cuando los invasores hicieron de las suyas a la entrada del Estadio. Medité. De inmediato reconocí que el cansancio, la teta en mi cara y la escupida no habrían importado diez años atrás. Me reconocí viejo.
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Seguía sobrio. Eran las diez y media de la noche aproximadamente.
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Comí una hamburguesa en McDonalds.
Me dio sueño.
Pensé que con el dinero del concierto habría podido jugar dieciocho meses consecutivos en el bingo. O ir dos veces al bar. O regresar a la playa. En fin.
De ahora en adelante, si voy a un concierto de rock, lo veo sentado.
O bien, acepto mi vejez y sólo asistiré a conciertos de Mocedades en restaurantes de carne asada. Puyazo.
Bien asado.
Gracias.
Comentarios
Creo que para nosotros fue una despedida de lujo de conciertos en Gramilla.
Creo que tu reseña, la de Allan y la de Gabriel son demasiado buenas como para escribir sobre lo mismo, mi Lepe amigo. De acuerdo con la despedida. Un abrazo mi bro!
Abrazo fraterno
la descripcion del inicio es poco más que perfecta , espere tanto para oir ese inicio y se va el sonido. un amiga imperiosa queria llamara a la diaco como es posible que paguemos tanto para estar a la par de los que pagaron la mitad
No cabe duda que todo a su tiempo manín, aunque viejo no estás, ejercicio es lo que te hace falta, ¡Ja ja ja!
salu2
En mi lugar realmente la gozamos, sobre todo los fuegos artificales, concuerdo en que este grupo Mastodon era para matarlos a pedradas y entiendo por qué no dejaron entrar nada peligroso, porque fijo algo les tiraba, jajajajaja.
Lo que si no pasó o al menos no llegué a verlo fue la entrada de la policía al estadio, fui de los primero en abandonar el estadio al terminar el concierto y solo vi a los antimotines en la entrada, más nada, hasta despues me enteré de los bochinches que hubo afuera.
Chequeate mi reseña y vídeos del evento:
http://rod.gs/2tb
MISS PENNY: Mocedades es la mera tos. Eeeres tuuu cómo el fuego de mi hogueeeera!
CAROLINA: Gracias! por eso mismo escribí la reseña. Un abrazo.
LUNATRACK: Saludos, bienvenido.
MAESTRÍSIMO PIRATA: A la próxima avise mano, lo acompaño a ver a los Mocedades. Fijo salimos bien bolos. Salud!
ANDALUZZ: Claro, si el viaje trajera lo mismo, mejor abdicaría. Un abrazo y que todo está bien por tu casa.
LESTER: Era un personaje. De vez en cuando, izaba una bandera de Guatemala con las letras de Metallica impresas.
RODRIGO: Gracias. Qué buen lugar conseguiste. Y buenas fotos. Saludos.
MARRÉ: Gracias. Saludos. Geniales diseños en Catafixia. Felicitaciones.
Una cronología desternillante.
Un placer leerte, amigo. Como siempre.
En el Congo el grupo Metallica también tuvo a la población entre los 15 y los 55 años de edad en estado de no sé. Algo similar a la menupausia, varios aún esperan ovular.
Beso!
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
Eres el mejor, Prado.
El mejor.
AMO leerte.
jajajajajajajajajajajaja!
Muchos besos
http://www.mediafire.com/?tzojnqwninz
Saludos!
No es el dinero el que me molesta o la ausencia de este, sino la falta de respeto. No existe tal derecho humano a acceder a todas las localidades de metallica. O no existe un derecho humano que garantice a toda persona a asistir gratis a los conciertos que guste. El que hace arte, igual que todos, tiene que subsistir de su profesión y por ello hay que pagar. Si uno paga por un sitio, en mi caso, por gramilla, lo hice con el dinero que gané trabajando honradamente. Es decir, me privé de cosas para ir a gramilla. Así que me lo gané. Y no me pasé a VIP. Ni lo pensé. Porque si algo sí existe y es básico es el respeto al prójimo. Sobrepoblando las localidades sólo nos ponemos en peligro todos. Las salidas de emergencia no se darían a basto, en una eventualidad por ejemplo. Así que a mí, que quede claro, no me molesta el prójimo, sino su falta de respeto.
Saludos, amigo Engler.