Dos poemas a mi madre.
Los tipos rudos no saben decir madre.
Los tipos rudos no bailan. A los tipos rudos les bailan las mujeres desnudas, en bares de muertes lentas.
Los tipos rudos no saben decir madre. Sin embargo, aprenderé a pronunciar su nombre para salvar lo bueno que en mí queda.
Lo haré por las mujeres, que bailarán conmigo dejándome el corazón como propina.
Lo haré en nombre de los corazones que guardo los bolsillos de mi pantalón roto.
Lo haré en nombre de mi mano, que quiere aprender la dulzura, para saber cómo acariciarte.
Lección aprendida
¿Alguna vez te pregunté, madre, el secreto para sobrevivir a los golpes? ¿Ves lo bien que me sale ese maravilloso movimiento tuyo para esquivarlos? Suena el despertador y volvemos a salir los valientes. Suena el despertador y sonreímos, con la cara hinchada y las manos deshechas.
Y sin embargo, todavía es posible la caricia.
Y sin embargo, madre, siempre es posible para nosotros la caricia.
Comentarios
Infelices los que la añoran
Bastardos los que no la aprecian
Abrazo!