Supermercado
Escoger la verdura es una actividad sumamente misteriosa y contingente. Uno toma un aguacate, por ejemplo, y cree saber si está listo por una emoción táctil. Y resulta que no, que finalmente el dedito gordo se equivocó. Así que, con sumo cuidado y con toda mi fe puesta sobre mi pulgar derecho, escogía aguacates para una ensalada que luego comeríamos en casa de Pe, que entonces se acercó. Hay una niña allá, uniformada que empuja una carreta. Tiene nueve años o algo así, me dijo. Me escondí entre las berenjenas y luego ubiqué a la niña.
Sí, efectivamente era muy joven. La vistieron con un uniforme de servicio que le quedaba enorme. Eso la hacía ver más pequeña. Añadamos a eso su diminuta estatura, sus ojos abiertos, su sonrisa inocente que cruzó con Pe cuando pasó a su lado y bueno, una evidente figura sin desarrollar.
Seguimos con las verduras, añadimos otras cosas y joder, en cada maldito pasillo nos encontramos con la niña. Empujando la carreta, entusiasmada con los colores, sonriendo, mientras la señora que tendría nuestra edad, es decir, cerca de treinta, lanzaba cosas con violencia. Quise concentrarme en las latas para distraerme, verdes y perfectamente apostadas en alacenas, conteniendo frutas en conserva que quizá cultivaron los familiares de la niña en campos de miseria.
Demonios. Frente a mí, el símbolo de la explotación moderna se paseaba entre los melocotones y el pan rodajado. Era hora de tomar decisiones. Uno: seguir a la vieja y a la muchacha, verificar sus datos en la caja registradora, tener su número de identificación tributaria y con ese número localizar su residencia y allanarla. Rescatar a la niña. Dos: en caso de no obtener el número, seguir a la muchacha y a la vieja hasta el automóvil. Tomar las placas. Con ese número hacer lo mismo que la opción uno. Ja!
Mierda. Creo que nunca dejo de trabajar. Le cuento a Pe mi plan.
Opción tres: un golpe severo de realidad. Seguramente la niña tiene quince años. La familia está en la miseria. Y por más maltrato que reciba, ella ha pasado por situaciones peores. Esto le parece un paseo. Si se le rescata, se irá a un hogar donde la tratarán peor. Su familia dejará de recibir dinero. Se morirán de hambre. Yo habré hecho cumplir la ley pero la ley no habrá hecho nada por ella. Todo esto, un domingo.
Pe y yo vamos a la caja, ella paga las verduras mientras yo veo, fuera del supermercado un auto yéndose hacia la otra calle. Dentro, va la muchacha, sonriendo. Los números de placa de un automóvil particular, empiezan a volverse borrosos cada vez más, hasta desaparecer.
Comentarios
Abrazo.
Mierda de mundo este, ¿Somos realmente más los buenos o los indiferentes?
Quiero creer que somos más los tímidos. Qué se yo. Un abrazo Pirata.
Saludos!
Saludos
Escribir cartas a la municipalidad, Jorge. Eso es sencillo.
Ya no es un trabajo, es una forma de vida. He ahí el meollo del asunto, por eso vivo mejor. Un abrazo ADOLDX.
Un sistema penal fracasado y un sistema de protección inexistente, eso es, Patricia.
Saludos, vaya madrugada esta.
Oye..una pregunta: que es eso de la carreta que empujaba la niña? no entendí :S
Tu trabajo de abogado honrado seria motivo para que en mi pais te levantaran una estatua o te "desaparecieran"...una de dos. Aqui son especie en extinción =P
Saludos!
Diana: Traducción de carreta: carrito del supermercado? jajaja hay muchos colegas honrados seguro en México también. Un abrazo.
el año pasado trabajé brevemente con la organización Conrado de la Cruz que trabajan con niñas que trabajan en casa particular.
realmente es desgarrador, ver a las niñas con la inocencia de querer jugar, pero tener que estar trabajando. como decís, al final a una le gustaría rescatarlas a todas, pero le daré yo los Q.600 que ganan mensual?? Lo más triste es que están en un lugar donde no podemos alcanzarlas... están dentro de un hogar, pero están solas....
Bueno, no se cual sería una decision correcta, pero de seguro sonreía pq ha pasado cosas peores que eso... Un saludo y nos estamos leyendo siempre.
besosdulces*
excelente relato como siempre, solo me quede con una duda? como salio la ensalda?
Lo de la nina, pues es cierto la explotacion de menores es una m....a pero ojala y fuera la peor de las cosas que les pasan a nuestros ninos en el pais, hay tantas cosas peores, como el hambre y la muerte por falta de medicina.
Bueno, estaba atrasado con la lectura de tu blog, pero ya estoy al dia!
Saludos.
Es posible que ese uniforme signifique su salvación.
Por duro que parezca.
Quien sabe lo que habría en su casa.
Un beso, dos, tres...
Seguro que sí Mario, un abrazo.
Saludos. Eme.
No lo dudo Ruy, Saludos al Este europeo.
Entre otros males, Fabrizio. Un abrazo.
Eso mismo pienso Lena. Un enorme abrazo y también al Pez Fruta.
Gracias Tato. También por leerme durante estos tres años. Ud. es de los pocos, o quizá el único lector que ha comentado durante todo ese tiempo. Un abrazo para usted y también para quien le ha dado referencias mías.
Aquí en Chile puedes encontrar cualquier cosa, barcos sobre los cerros, Pueblos hundidos, calles que desaparecen sin dejar rastro, incluso puedes dormir en medio de un Cataclismo y darte cuenta al despertar que estás vivo. Ya ves Julio, Chile es lo más parecido al bosque de Alicia en el país de las Maravillas. Sea como sea, es impresionante vivir aquí o donde sea..