Hospital
En la habitación había calor. Las ventanas estaban cerradas y las cortinas a medio correr. La enfermera recién había salido. Acababan de aplicarle una nebulización a Santiago, mi hijo. También una dosis de antibiótico. Lloró amargamente mientras eso sucedía. El médico me explicó que al ingresar por sus venas, el remedio se volvía sólido y ardía. Es decir, en su pequeño brazo de tres años.
Agotado por el dolor, Santiago soñaba, mientras yo lo cuidaba, acostado en un neceser. Por momentos leía poemas de Luis Alfredo Arango. Me recordaban que las penas son tan humanas como la risa.
Mi lectura se interrumpió por el ruido de la puerta abriéndose. Una mujer menuda y anciana entró por ella. Tenía el pelo corto, usaba gafas y vestía como señora de iglesia. En efecto, era una monja. Me saludó brevemente y vio a Santiago. Luego, quiso hacer una plática breve y directa: “vaya, el niñito ya lleva una semana acá ¿verdad? No se cura, la medicina no lo cura, así que ahora sólo dios lo puede curar, porque esa enfermedad no cede.”, dijo con tanta seguridad que por un momento lo vi todo perdido.
El médico me había asegurado que ese era el último día de Santiago en el hospital, después de una larga semana padeciendo una severa neumonía. Ahora la monja lo contradecía.
No contesté. Encontré que sobre la camilla donde mi hijo dormía, pendía un crucifijo clavado contra la pared. Concluí que la monja estaba loca: quería que le encomendara a Santiago a un dios que había mandado a matar a su propio hijo.
Quise decírselo pero me contuve. Parecerá ridículo, pero fue Clint Eastwood quien me lo impidió. En el Jinete Pálido hablando sobre su ateísmo, Clint dice que nadie tiene derecho a implantar sus dudas en el corazón de un creyente. Así que simplemente sonreí.
La monja oró y dijo otras frases que ya olvidé.
Santiago salió al día siguiente.
Jugamos a que yo era un caballo, y él, un jinete que cabalgaba sobre mí, por los pasillos que lo sacaban de la neumonía. Le leí los poemas y un maravilloso cuento de Mario Payeras.
Y con eso bastó para sanarnos.
Comentarios
Abrazos!
recordé algunos eventos de hospital en mi vida, que nunca son gratos... Bien escrito !!!!
saludos
Saludos
me alegro ke todo haya mejorado, un abrazote, animo!!!
Beso!
Saludoles desde acá, con corbata puesta a veintisiete grados centígrados de temperatura.
Abrazos.
Qué bueno que Santiago y su papi se recuperaron. Que bueno que Clint Eastwood salió a batear.
Qué bueno que puedo volver a leerte...
Me estoy poniendo al día pero no voy a dejar mis comentarios por falta de tiempo. Me encantó el post de tus nacimientos. yo también me he topado con vallas y volantes con la misma pregunta... pero todavía no tengo respuesta (es que cada vez que la leo la entiendo menos).
Apapachos y besos
Un abrazo.
muy cierto, cada quien trata de desear el bien en la manera como lo percibe.
que buen relato.
saludos.
Yo misma he caido en eso y despues, siempre me siento mal conmigo misma. ¿Con que derecho ataco yo en otros sus ilusiones o lo que yo considero ilusiones? Hay quienes los necesitan para vivir y bueno, probablemente son gente mas feliz por eso.
Que bueno que tu niño ya esta bien. Me alegra saberlo.
Saludos Gladiador...
saludos,