trocamos el oro por los espejos
Recientemente cambié de oficina. La nueva, todavía bastante desamoblada se sitúa en la parte más vieja de la ciudad. Es una casa antigua con mucha madera y bronce. Varios vitrales le dan un sentido secular al inmueble. Me gusta pasearme por los pasillos deshabitados y distinguir entre el silencio los leves sonidos que provienen de la vecindad. Al lado de la oficina, un centro cultural alberga a una orquesta sinfónica juvenil. La sección de vientos ensaya en una habitación que colinda con el patio interno de mi oficina. Así que tengo a Tchaikovsky y a Beethoven conmigo la mayor parte del día. El viernes, decidí salir por unos cigarros y al salir, pasé frente al local vecino. Como está abierto al público, decidí entrar a conocerlo. Un enorme patio central iluminado por luz natural es la mayor atracción de la casa, en cuyos pasillos rectangulares decenas de habitaciones completan la intrincada arquitectura colonial. En una de estas habitaciones daban clases de teatro. La clase de ese día, trataba del maquillaje. La maestra enseñaba a los alumnos el arte de dramatizar los gestos mediante su uso. La más atenta de sus alumnas era una espigada muchacha de unos diecinueve años que parecía sufrir una especie de trance mientras escuchaba la explicación. Era realmente hermosa. Tenía unos enormes ojos avellanados que estaban abiertos a plenitud como queriéndose apoderar de todos los gestos de su maestra. Parecía como si le hubieran abierto la puerta del más edénico de los jardines. Era un espectáculo intenso, como si una verdad estuviera siendo regalada. Algo místico. Salí de allí pensando en el teatro, la música y una película de Richard Linklater basada en una obra de Philip K. Dick que vi el otro día. Creo que las cosas empiezan a aclararse hoy más que nunca para mí. Los días que he pasado sin escribir, los he utilizado para estar en silencio. Permanecer en ese estado la mayor parte del tiempo posible. Tratar de absorber los objetos que me rodean, las conversaciones, los gestos, los silencios. Entender la mecánica de mi vida. Pararme frente al abismo de mi propio vacío; pero no saltar. Sólo estar allí respirando el precipicio. Detenerme. Justo como la actriz que quería aprender. Y en este juego de desenmarañar mi egocéntrico universo he podido arribar a conclusiones que sólo han logrado volver más pantanoso el terreno que piso. Lo que más me ha sorprendido es la enorme lista de cosas que he dispuesto como distractores de la realidad. Tal parece que nuestro destino como especie es evitarnos a toda costa. Desodorantes, sal, drogas, alcohol, tabaco, café, tintes de cabello, perfumes, la ficción, joder, la literatura entera estan basados en un distanciamiento entre el sujeto receptor y los hechos concretos y naturales —por llamarles de algún modo— que acontecen. Me pregunto, qué sería de nosotros si nos deshiciéramos de toda estos modificadores de la percepción. Pienso que a la mayoría de personas, les aterraría encontrarse tal cual son. Y pensando en ello, medito también en la causa: de dónde surge este pánico a la existencia dada? De verdad que no lo sé, ni tengo tan siquiera una sospecha. Por ejemplo: la última vez que yo me sentí cómodo tal cual era, fue con Eunice. Hacía mucho calor esa tarde y decidimos tomar una siesta. Pero ninguno pudo dormir. Hablamos durante horas de casi todo y me sentí plenamente aliviado. Como si hubiera tenido una congestión de ideas que me atormentaban y al expulsarlas en esa sesión, al sentirme plenamente comprendido, todo hubiera encontrado un sentido. Y durante ese breve espacio de tiempo me sentí en paz, y creo que Eunice también. Nos desnudamos, pensando hacer el amor, porque creímos que ese era el paso lógico que debíamos dar luego de nuestra conversación. Es decir, materializar esa penetración que habíamos protagonizado en el plano ideal. Y estábamos allí los dos desnudos, simplemente mirándonos. No me sentí juzgado. No me sentí obligado a hacer nada, no sentí ninguna exigencia plantada sobre mí. Y me quedé dormido en el mismo lecho que mi amante desnuda, sintiéndome seguro de que alguien había sido testigo por un mínimo momento, de mi existencia. Era la primera vez que había visto mi reflejo. Y también fue la última. Eunice y yo jamás volvimos a tener esa conexión y lo reemplazamos con sexo. Fue una lástima.
Regresé en silencio a mi oficina, con los cigarros en el bolsillo. No he podido encender uno, no quiero que nada me distraiga de mí. Ni siquiera los pasos de la muchacha que antes vi aprendiendo teatro, y que luego caminó delante de mí, compartiendo las aceras que no nos llevan a ningun lugar. Nada de distracciones, ni siquiera los olvidados caminos que me llevaron hasta aquí. Ni siquiera los pliegues, las curvas, los líquidos hirvientes del sexo de mis amantes. Ni siquiera la tinta regada sobre el papel. Ni siquiera yo, en pleno uso de mis facultades imaginativas. Así que, al llegar a la oficina, tomé asiento, cerré los ojos y esperé al silencio, que se vino pronto y de igual modo se fue, espantado por las torpes notas de los alumnos de la sinfónica que mascullaban el Lago de los Cisnes de Tchaikovsky. Y sentado en mi silla, supe que lentamente, sin preveerlo, planificarlo o tan siquiera sentirlo, yo, Julio Roberto Prado, me había empezado a rendir.
Regresé en silencio a mi oficina, con los cigarros en el bolsillo. No he podido encender uno, no quiero que nada me distraiga de mí. Ni siquiera los pasos de la muchacha que antes vi aprendiendo teatro, y que luego caminó delante de mí, compartiendo las aceras que no nos llevan a ningun lugar. Nada de distracciones, ni siquiera los olvidados caminos que me llevaron hasta aquí. Ni siquiera los pliegues, las curvas, los líquidos hirvientes del sexo de mis amantes. Ni siquiera la tinta regada sobre el papel. Ni siquiera yo, en pleno uso de mis facultades imaginativas. Así que, al llegar a la oficina, tomé asiento, cerré los ojos y esperé al silencio, que se vino pronto y de igual modo se fue, espantado por las torpes notas de los alumnos de la sinfónica que mascullaban el Lago de los Cisnes de Tchaikovsky. Y sentado en mi silla, supe que lentamente, sin preveerlo, planificarlo o tan siquiera sentirlo, yo, Julio Roberto Prado, me había empezado a rendir.
Comentarios
anamorgana
Hace mucho que no veo mi reflejo.
No lo sustituí, como tú, con sexo.
Cocacola light descafeinada.
Una pena.
Me encantó leerte de nuevo.
(Aunque hoy es la primera vez que comento...)
Un abrazo
excelente, amigo mío
un abrazo
Me encanto la parte de ocultarnos y me ha dado vueltas, por que se aseneja eb algo a una idea que traia en mi cabeza sobre el ser uno, y cuanto se nos acepta asì como somos y como estamos, y eso lo pensaba por que se han presentado días en que he preferido usar una mascara con una sonrisa pintada en lugar de mostrar el verdadero rostro que traigo, creo que las personas se acostumbran a mostrarse de la forma en que mejor sean apreciadas por el resto y se van ocultando capas sobre capas, cuantas veces hemos sido aceptados realmente como somos?, ni idea aun no lo siento.
Un brazo querido Julio es muy bueno tenerte de regreso.
Gracias por permitirme honrar con tus letras mi espacio hecho de múltiples voces
abrazos
excelente músika de fondo....
saluditos
Rebe
saty : )
Así que también busco fórmulas.
segundamente: Cuándo, pregunto, le pone un Feed RSS a su código de Blog. Sin duda, nos suscribmos.
Terceramente: Buen post, buena decantación de tu estilo, de verdad.
Ah pero la literatura...esa distancia, ese aljamiento, el trocamiento de la realidad. Volverse repelente, incluso en un espejo.
Saludos.
Somos idealistas y creemos que la vida-la nuestra- es una superproduccion cinematografica, donde lucimos como la estrella, ¿cual? la unica, el mas guapo, la mas lista, como quien es sabio y tiene la verdad en la boca (basta leerme para entender mi punto)
Y cuando pasamos frente al espejo -y no a las camaras imaginarias de la pelicula imaginaria- vemos que ni somos los mas sabios, ni los mas guapos, y tampoco somos los protagonistas de nuestra propia historia (siempre habra un trauma que nos robe escena) y dejamos de sentirnos agusto con nosotros por que sabemos que los demas pueden ver, aunque no nos guste nadita, como somos en realidad.
Cuando alguien te llega a conocer y amar sin la parafernalia del cine y su maquillaje, entonces eres pleno, como lo fuiste aquella vez que nos compartes.
bien, eso es inolvidable. asi sea un solo momento.
Besos incomodos
A.
hace poco tiempo yo andaba por una de esas interminables crisis por las que pasamos como seres sociales, y me dije: quisiera tener la comodidad de que alguien escribiera un cuento sobre lo que me pasa ahora para no tener que descifrar lo que pasa por mí misma....
... y una amiga mía dice que quisiera tener una cámara filmando lo que hace todo el tiempo.... claro que ella hace cosas muy graciosas en realidad, y a mí me gustaría tener repeticiones de la mayoría de muladas que hago cuando estoy con ella....
nada que ver con el cuento don prado, disculpe q comente estas cosas, pero me pareció curioso...
saluitos
rendirte a estas alturas del game?
acuerdate de algo motivante..
los ojos de avellana de la actriz, por ejemplo..
:)
Abrazooos!!
Un abrazo.
Abrazos
Suyo,
En estos tus días de ausencia pensé en la razón por la que me gusta tanto leerte. Te he dicho varias, pero sentía como que aún no llegaba al meollo del asunto. Hoy al leerte, lo descifré: me leí a mi misma, a esa parte de mi que celo mucho y rara vez comparto, pero que no logro sacar con letras jamás como lo haces tú.
es curioso cómo ciertas partes de nosotros se manifiestan en nuestra propia ausencia y cómo el silencio nos logra hacer escuchar aquello que quisimos ignorar. Me ha pasado de pronto.
sé que a veces nos desespera esa lucha entre lo que realmente somos y queremos idealmente ser, con lo que es más inteligente ser y las circunstancias que rodean nuestra vida. Pero eso es precisamente lo que te hace escribir tan bien: que al no adentrarte del todo en el mundo de la literatura, poesía y demás, sino conservar aún esa vida tuya "más real" te permite escribir sobre el día a día y que el lector se identifique contigo, te siga, te busque, te espere....y eso es lo que te hace diferente al resto que escribe.
Bien hecho Aviador, y no se ahueve usted de dudar..... sigo pensando que aquél plan del periódico sería bueno, cuando se anime, ya sabe que le entramos con ganas.
abrazos.
Un texto muy intenso, sin desperdicio.
Saludos después de tanto tiempo!
Como en la pelicula "el abogado del diablo" Al Pachino en el papel de Lucifer dice: "VANIDAD mi pecado favorito"...
Del Verso Al Labio
Lo que pasa es que yo no amo a mi desodorante (por ejemplo) pero que falta me hace, igual mis rubios mentolados (bué, a esos si medio los amo) y como buena hija de Dios, los sacrifiqué. Porque ya "fumo"...
Introspecciones mi querido Julio, con silencios son los mas necesarios en esta viña del señor.
Me encantó esto!
No nos dejes sin leerte tanto tiempo.
Un saludo.
un abrazo. Criss
Me gustò eso de la posibilidad que te llames
-Persona-
Abrazo de vuelta
un abrazo. Criss
tranquilo... trabajando.
bueno, así debe ser.
amo el silencio... cuando uno desea callar para absorber el entorno.
No sea rogado pues...
Un saludo.
Acabo de darme cuenta del extraordinario valor de la última palabra del anterior párrafo:
"Eu fe mística", daría para una charla muy interesante, ¿no cree Sr. Prado?
¡Enhorabuena, un post muy bello!
como dice henry miller: una vez que has entregado el alma, todo sigue con absoluta certeza, incluso en pleno caos.
un beso grande!!
Le esperamos.
FELICITOLO AMIGO, QUE ASI SE LE CONSIDERA, AL IGUAL QUE USTED HE TENIDO QUE DESANDAR EDIFICIOS CHARLANDO CON MI AMIGA "LA PIEDRA!