Empieza a arderme el brazo derecho. Examino mis brazos y la diferencia es notable: uno está más moreno que el otro. Al derecho le ha pegado directo el sol durante una hora y media. Abro la ventana para sentir el viento. Una ráfaga con olor a azúcar invade el interior del vehículo. Vamos a unos ciento veinte kilómetros por hora en este cacharro viejo que me facilitaron, con todo y chofer, para dar un pequeño curso en Quetzaltenango la otra ciudad de Guatemala. La vista es increíble. A veces desde la carretera, el mar se deja ver confundiéndose con el otro mar: el verde, de las hectáreas cubiertas por la caña. Y de pronto, la vegetación se torna más exótica y los bosques de palos de hule se dejan venir. Trato de pensar en el curso. Es acerca de los derechos de la mujer y la niñez y la ingerencia de la masculinidad en la explotación sexual comercial. Es una paradoja: que un hombre hable sobre derechos de la mujer, lo sé. Pero en este país, es lo que hay y tengo que cumplir la tarea. Le pido al chofer que prenda la radio. Sólo dos emisoras se sintonizan: una de noticias y otra de reggaetón. Como soy un necio, escojo las noticias. El país acaba de salir de una crisis del transporte pesado. Los pilotos hicieron una huelga. Ahora, decenas de camiones liberados viajan por los caminos. Y los rebasamos uno por uno. La radio que escuchamos transmite noticias originadas en su mayoría en la capital. Hablan de un policía de tránsito detenido por un policía nacional civil, es decir, por un miembro de la seguridad pública. Supuestamente, el detenido estaba golpeando a un parroquiano por mear en la calle. Doce horas después, el policía nacional civil que aprehendió al policía de tránsito apareció muerto en su automóvil. Algunas personas llaman a la radio para mostrar su consternación. Mientras tanto, nosotros nos detenemos en Mazatenango, una pequeña ciudad enclavada en el corazón de la Costa Sur guatemalteca. El piloto entra a un restaurante de comida rápida. No va a comprar; va a utilizar el baño. Yo aprovecho para estirar las piernas y encender un cigarro. Tengo dos minutos afuera y transpiro profusamente. Me deshidrato. La gente parece ir toda a prisa por acá. Moverse al ritmo de un buen merengue. Cuando era niño era distinto: mi madre me mostró el país, y recuerdo con claridad que era un país tranquilo. Las montañas llenas de guerra, de masacres, pero para un citadino como yo, que no rebasaba los diez años, aquello era una situación invisible. Yo sólo recuerdo la tranquilidad de las calles vacías y mi madre, trabajando para comunidades lejanas. Entre el bullicio, a lo lejos se distingue el ulular de las ambulancias. Esto no me gusta. A dos cuadras de donde estamos parqueados, queda la comisaría de la policía. De allí salen un par de radiopatrullas a toda marcha. El ruido de las sirenas se reproduce en la radio: significa una noticia urgente. El locutor anuncia un enlace con Mazatenango, entonces pongo más atención. El corresponsal avisa que acaban de dispararle a un Magistrado de la Sala de Apelaciones que conoce de los asuntos de esta región, en pleno parque. Joder! Vaya si este país se esfuerza por hacerme llegar su aliento a sangre. Apago la radio. Son las seis y media de la tarde. El sol, no tardará en ocultarse y con él también el calor. Ya los mosquitos empiezan a salir en busca de sus presas. Yo los ahuyento con el humo de mi cigarro. Arnulfo, el chofer, regresa del baño y se sube al auto. Prendemos la máquina y seguimos rodando por la carretera. Y la misma secuencia de caña, palos de hule y ríos empieza a presentarse tras la ventana. Así, hasta que iniciamos el ascenso de las montañas donde está Quetzaltenango; justo donde ya no se ve la línea infinita del mar. Sólo montañas, más ríos y pequeños poblados. Me dan ganas de dormirme. De volver invisible esta guerra, otra vez. Desaprender. Olvidar. Ser un niño. No regresar nunca a la ciudad. Internarme en la montaña. Hablar con los pájaros. Ser una idea. Cualquier cosa con tal de que el aliento a sangre no me corrompa. Volverme un optimista. Pero hoy, sólo puedo ver cómo las últimas cenizas del día se apagan en esta noche que nos abraza. Tan profundo, tan hondo, como el mar invisible a mis espaldas.
Comentarios
Excelente como siempre.
Un abrazo!
Al viajar, sobre todo al hacer esa transicion Cocales-San Lucas Toliman, pasando por comunidades cada vez mas indigenas mientras subia, cambiando de fronteras raciales, idiomaticas, de otros tipos, el tipo de sensaciones era importante. Sobre todo al viajar a camioneta, con la gente que se iba subiendo y viajando... experiencias, para mi valiosas.
Saludos vos, excelente como dicen arriba.
saludos
y viajas en tu interior, alternativamente entre pasado y presente
quién nos iba a decir, cómo íbamos a suponer, que entre ciudad y montaña, entre infancia y madurez, iba a existir esta distancia de sangre e inocencia rota...
excelentes tus viajes
un abrazo
Jijos, tan así es la cosa, que si yo (como mujer) espero a mi compañera que fue al baño sentada en la calle fumandome un cigarro, es para esperar las peores miradas de "asquito´".Digo, estoy haciendole segunda por los de los niveles femeninos que no están muy definidos por allá.Al menos no con el respeto que uno se merece.
Pensando en voz alta sobre las ya amargas noticias.Qué pedir, pues se vive en el país de eterna primavera.
Pff!!
Hola Julio
me gustaria regalarte un poco de ella.
Abrazos
Saludos
anamorgana
Yo entro aquí y lo leo, y cuando lo leo me quedo sin palabras. Yo soy de esas personas que siempre tienen la palabra que a otros les falta. Puedo hablar horas de un tema sin que me falten. Menos cuando entro aquí, que me quedo sin ellas.
Un saludo y gracias de nuevo por su visita.
Pero que tontería, tu vives perfectamente debajo de las aguas.
Desgarra, pero hay tanta poesía todo esto que ahora esribe, que sádicamente quisiera que allí te quedaras.
Mi abrazo.
Tu descripción del trópico me parece muy acertada, felicitaciones como siempre Pradiux, nuestro bardo, en el país de la eterna balacera. (perdóneme don Humboldt)
Por lo pronto, prefiero tus ideas a las mias, y prefiero tu personaje a éste que soy yo...
un abrazo.
Vaya que es necesario encontrar un escape.
Un saludo.
Una por otra, aunque la otra duela, aunque la una se añore.
Besos viejos
A.
saty : )
Coincido con Hook (El Pirata, bueno si vos sos Peter Pan sabes a quien me refiero), me gusto la descripcion que haces de Guate. Me trajiste recuerdos de cuando viajo al interior. Gracias por transportarme.
abrazos
salir, en este país, a la calle, a cualquier lado, vaya si es tan divertido.
saludos
Chris, en definitiva es un gran viaje el que uno hace por esos lares. Al igual que viajar de la frontera con México a la frontera con el Salvador, por ejemplo, o con Honduras pasando por Zacapa! Micromundos completos.
Estimado Camille: hace ud un análisis certero de mi voluntad. Admiro su percepción.
Gracias Respetabilísimo Don Lenguaraz. Agradézcole sus comentarios. Salúdole efusivo.
Paz, eso deberíamos de pedir. Pero esto, queridísima Filistea, es una selva que no acaba de conquistarse. Una vorágine interna, me refiero. Besos.
Me ha llegado la tranquilidad, Vesania. Te lo aseguro. Un abrazo para ti también.
Gracias Ulysses.
Oh qué bueno saber de ti, querida Anamorgana, un abrazo para ti también.
Nada de eso, estimadísima Caríatides, exhórtola a soltar cuanda palabra guste. Mándole un abrazo.
Tengo una incapacidad crónica para ver el vaso medio lleno, como diría cualquier best seller amigo, querida señora B. Pero el esfuerzo se hará, se lo prometo. Un abrazo.
Pirata, tiene ud. el don perenne de hacerme reír. Agradézcole el gesto. Amigo.
Qué va! estimada Crisstina, apuesta ud. por un seguro perdedor. Aconséjole prudencia! le agradezco los comentarios, le mando abrazo también.
Suena a una amenaza: volverse optimista. Pero creo que es una realidad distante, casi inasequible. Nos negamos eso, Isaac, escribir, leer, no hace feliz. Nos vuelve estéticos, en el mejor de los casos. Saludos.
Es una huída, querida A. pero inalcanzable, inoportuna y desmerecida. Pero por ahí va la cosa. Saludos
Lo siento Saty. Espero que algún día podamos sanar las heridas todos juntos.
Gracias a vos por la poesía, Prosódica. Por todo lo demás, se te bendecirá, verás.
Era sólo una imagen, prométole nunca cambiar de bando. O mejor no, que no vaya a ser que el destino se burle de mí. Salúdole simplemente, Oswaldo. No vaya a ser que me comprometa a cosas que no cumpla.
Brindemos por tu blog entonces, que realmente vale la pena!
Besos
NO creo que estès agònico Prado. Te lo digo desde el màs allà; porque yo estoy muerta.
acá a todas luces no hemos resuelto los principales problemas que hacen que nos matemos entre nosotros como si fuéramos pulgas...
saluditos por allí...
Rbek
No sé si usted tiene a bien que se le concedan regalos. En mi blog hay uno con todo mi cariño, puede pasar a recogerlo cuando guste.
Un saludo.
Saludos, signore Prado.
Todo lleva una ternura triste que me envuelve y me pone a vibrar con tu vivencia.
Eso me pasa pocas veces.
Gracias,
Cinzia
anamorgana
Creo que tu relato está opacado por el paradigma capitalino de que la capital - valga la redundancia - es toda Guatemala, y lleno de paternalismo. En otras palabras, es un buen relato del sesgo de la visión que tienen los capitalinos de Guatemala. Pero no deja de ser interesante.
Slds.
Hello...
Helloooooo...
Del Verso Al Labio