Al final de esta espera

Esta vez abrí la puerta correcta. Era la que daba al río. Ahí corre como el estruendo partiendo en dos la roca en la montaña y la tierra, es la cicatriz en la tierra y la caricia que la sana, todo al mismo tiempo. Ahí estaba, todo detrás, al abrir la manecilla, era sólo de escoger la correcta.

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